lunes, 10 de noviembre de 2008

Todos nosotros, seamos guerreros o no, tenemos un centímetro cúbico de suerte que surge frente a nuestros ojos de vez en cuando. La diferencia entre el hombre común y el guerrero es que el guerrero es consciente de esto, y una de sus tareas es estar alerta, esperando deliberadamente, de manera que cuando surge ese centímetro cúbico tenga la velocidad necesaria, la valentía, de atraparlo.



Cuando veas una pequeña luz brillar, ¡síguela!
Si te dirige al pantano, pues ya saldrás de él.

Pero si no la sigues,
Toda tu vida vivirás arrepentido
Al no saber si ésa era tu estrella.

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