lunes, 16 de enero de 2012

Contando tu historia de una tarde a solas

Pero mientas avanza la tarde y en general el día lo que fue delirio y obsesión se vuelve algo simple que se adhiere al día y se vuelve algo similar a una rutina sin sentido. Hablaban de sentimientos todos escritos en la pared con un dibujo que se supone representa con una palabra eso que dice ser un sentimiento. Si te fijas en el sonido escucharas el sonar del aire del ventilador y al mismo tiempo escuchas ascender o quizá descender a un avión, al fondo entre cristales y techo falso una imagen de una estatua que realmente es la estatua tuya, de tu cuerpo desnudo, una maceta con plantas secas y una cubeta azul que debería tener agua para alimentar el suelo de una naturaleza muerta, un farol apagado, sin luz, aunque por el momento no se necesita. Además, no olvides los animales bajo un fondo verde, quizá rosa o azul, una mariposa, más insectos, ¿una morsa o una foca?. Aún se escucha el sonido del ventilador y el reloj que había dejado de marcar la hora hoy la vuelve a marcar y se escucha una vez más su lejano sonido cuando avanza, interrupción momentánea. Por un instante dejas el lápiz e intentas recordar unas cuantas letras, ahora es más difícil construir una historia, pero hablabas del reloj y la minutera avanzando, espero que no olvides mencionar la pintura tras de vos, ¡no es una pintura, es solo una foto de San Francisco!. Se te olvidan las historias de las noches y estas tardes que hoy olvido en compañía de cinco extraños, ¿cinco extraños? los he contado mal, son seis. Hablan de vanas esperanzas de días por venir, de un futuro no muy lejano, quizá no cercano, mientras escuchas las voces de esos extraños, el lápiz y vos se vuelven uno y en la hoja totalmente blanca al inicio se empiezan a ver los trazos de una planta con pocas flores y sus hojas vistiendo las ramas desnudas y secas, las hojas te observan, me observan, porque vos a mí no me ves ni me escuchas, pero tus trazos siguen tras de mí.

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