lunes, 12 de diciembre de 2011

Avenida Amaneceres

Lo atrapas, lo tienes en tus manos, lo achicas y lo alargas (quizá lo agrandas o ensanchas), ¿a quién? Al tiempo. Sacamos las palabras de los sueños de invierno, revelamos la realidad de los oscuros pensamientos ocultos tras una sonrisa, así pues camina siguiendo los sueños. El día cotidiano, las horas del día, ¿quién es la mujer que aparece, que te abraza y no te suelta? En la misma escena el auto parlante trata de explicarte, de contarte la historia oculta del viejo caserón que hoy estas visitando, la historia oculta del caserón de la calle Amaneceres, una pared esboza, finge, cubrir todo el caserón formado por tres pequeñas casas sobre una especie de montaña, prado o loma, parece sacada de un libro de cuentos, pues así es, ¿quién es la mujer que te abraza, que te besa y no te suelta? ¿quiénes son las mujeres que te ven al otro lado de la calle, las mujeres con quiénes caminas? ¿qué haces después de estar dos horas en el caserón, oculta bajo un manto de invisibilidad, viéndolo y sonriendo para ti misma mientras piensas en él, en sus labios, en sus besos? El sabe que lo observas, sube la mirada y desesperado te busca, pero no te ve, no te encuentra, mientras tanto esbozas una vez más una sonrisa para tus adentros, sabes a que juegas, lo ves una vez más y te preguntas porqué. Avanzas por la sala con tu sonrisa triunfal, piensas en tu escape de dos horas caminando por las calles empolvadas de la avenida Amaneceres, piensas en los árboles, en las calles olvidadas, en los toscos colores de las casas, en la visita al caserón de esa desconocida que te abraza, que te besa, en el camino de la cima del caserón que desaparece de tu vista, sin embargo, sin entender nada en absoluto, se dibuja una vez más tu sonrisa, ganaste.

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