viernes, 25 de noviembre de 2011

Las noches de ensueño no existen, no existe la felicidad, la realidad no es más que una simple ilusión, así son las noches y los días, falsas ilusiones de noviembre, que se olvidan en diciembre y que fingen intentar ser lo mismo una mañana de primero de enero, pero no es así, todo se pierde, nada es real, la traición, las palabras, la única verdad existente, ninguna, corriendo tras uno, tras otro y al dormir, desaparecer en la pesadilla del abandono y la soledad, tras una llamada que despierta por la madrugada ni es madruga es una simple mañana, intentando parecer ser, creer en sus palabras, no deja escapar, atrapa, caminando de un lado a otro, sin querer cruzarse con su mirada, sin querer tan siquiera ver que hay más allá, las piedras en la subida, en la que aparecen los espejismos de los días perdidos y olvidados, de los días lejanos de ser días, lejanos de dejar algo que querer, se vuelven monótonos, un abismo oscuro en el que se pierde todo pequeño rayo de luz, así se van los días. No es nada, no existe un escape, el único que existe está lejos, está entre la niebla de los días fríos, bajo las estrellas resplandecientes en el firmamento infinito, infinito como el maldito tiempo que nunca se termina, infinito como los sentimientos, las lágrimas, infinito como los granos de arena, infinito, como la mar que se pierde, que se junta en algún momento con el cielo y se vuelven uno solo, ¿en dónde se junta todo? ¿en dónde quedan los momentos? ¿existen los momentos? ¿en donde quedan los días, las noches? Malditos los sueños y las ilusiones.

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