lunes, 10 de octubre de 2011

Historia Corta 9: Javier

Javier solía ser aquel del que todos huíamos, ayer lo volví a ver, ha cambiado mucho desde la última vez que lo vi, ¿Cuánto tiempo ha pasado? Cinco años, quizá seis. Esta sucio, su pelo, totalmente desarreglado y lleno de polvo (supongo que es por el lugar en el que duerme, es una pocilga abandonada desde hace ya varios años, el lugar donde solía vivir), ha adelgazado considerablemente, lleva sus pantalones atados con una cinta para evitar que estos se le caigan, increíblemente siguen siendo los mismos de hace años, al igual que su camisa, su suéter viejo café cuadriculado que debió haber sido hermoso cuando fue nuevo, yo voy pasando en el auto, él esta en medio de la calle parado, como siempre lo estaba, corriendo de un lado a otro.

Siete años fueron lo que pase junto a su casa cada mañana y luego cada medio día al salir de la escuela, la casa ubicada a una cuadra del lugar al que me dirigía cada mañana era de color verde, solía estar habitada, todos los que por allí pasaban se cruzaban la calle para evitar verlo, corrían, huían, se escondían, le temían. Alguna que otra vecina se acercaba a darle algo de comer, alguna que otra vecina se acercaba a charlar por un momento, alguna que otra vecina sentía lástima por él. Su padre un anciano de unos sesenta años era el único que pasaba todo el día con él, se les veía caminar por todo el alrededor, el viejo con su bastón, un elegante saco azul, unos pantalones azules medio flojos y una boina muy francesa de esas que solían ser usadas por los grandes señores de los años setentas, tomado de su brazo, Javier, con sus zapatos café destruidos, el típico pantalón café, su suéter café, su pelo medio arreglado, algunas veces rasurado (olvide mencionar que ayer que lo vi, su pelo estaba más largo de lo habitual, al igual que su barba.), algunas veces esperaban sentados frente a mi casa por el bus de las ocho de la mañana, Javier observaba a todos, su mirada rápida, perdida, viendo de  un lado a otro, su padre tranquilo, pensativo, respondiendo a una que otra de las preguntas que Javier formula. Otras veces se les veía vagando por los alrededores del parque central, iban de un lugar a otro, no volví a verlos en tres años.

Esa vez, me contaba mi madre, que el padre de Javier había abandonado la casa, uno de los hermanos de Javier había decido llevarlo a vivir con él y su familia, Javier por supuesto se había quedado, su mirada triste, vivía entre basura, entre suciedad, la casa se volvió oscura de día, más oscura aún por la noche, según dicen, la locura de Javier aumento considerablemente cuando su padre lo dejo, varias veces intentaron llevárselo de la casa, pero aún así, él regresaba, caminaba solo, atacaba a uno que otro que pasaba cerca, estaba devastado, muchos sentían lástima, otros se burlaban, algunos niños se acercaban a tirarle piedras, que miserable la vida de Javier.

Ayer paso por la casa, dice mi madre que pidió dinero para comer algo a unas personas que estaban en la panadería de al lado, todos lo tacharon de loco y  nadie le dio nada, ni siquiera una rodaja de pan, ayer mientra iba en el auto, vi a Javier una vez más, parece que he vuelto repentinamente a mis años de infancia a recordarlo,  a aquellos años en los que se le veía sonreír, con esa mueca característica solo de él, aquellos años en los que se le veía fuerte, aquellos años en los que su padre le acompañaba, aquellos años en los que solía divertirse al correr a los chicos que se acercaban, aquellos días en los que a pesar de su estado, su mirada irradiaba cierto aspecto de alegría. Ayer Javier, no era el Javier que recordaba.

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