domingo, 7 de agosto de 2011

Viaje: Ellas

Hoy viajan juntas nuevamente las seis (No, son siete si se incluye a ella). Usualmente la charla es la misma, hablan del lugar al que van, de las personas a las que van a visitar, uno que otro comentario acerca del pasado.

Supongo que jamás han sido descritas (Solo dos o quizá tres de ellas han formado parte de una u otra de mis pequeñas historias, fragmentos de mi vida, su vida en mis letras.). En estas letras serán plasmadas, un poquito de cada una de ellas, de su vida -¿mi vida?-.

La primera, cuyos días se consumen, se pierden, se trastornan y transforman, la realidad se aleja, los sueños y fantasías invaden los días, las horas, las noches se vuelvan oscuras, negras, noches de insomnio, noches en vela obligada por el miedo, el terror, simplemente por los años y recuerdos, por los sueños frustrados, solo a la espera del final de todos los días, de la vida, de los años. Sin noción del tiempo, se pasan los días, su cuerpo se deshace, el motivo de todo.

La segunda, sus días son consumidos por ella misma, amenazas, suicidios, noches en el teléfono, madrugadas en alcohol, compras a escondidas, llanto fingido, sueños frustrados, camas vacías que hace algunos años fueron ocupadas por alguien más, gritos, amargura, soledad acompañada, vidrios rotos, vida pintada en películas, sonidos, canciones, alcohol y más alcohol, aún se puede escuchar su llanto fingido en medio de la madrugada mientras cae al suelo junto con todos los vidrios rotos del espejo, aquel que tantas veces ha quebrado, aquel que día a día le muestra su imagen.

La tercera, vida en casa, muerte en casa, ¿amargura o tristeza?, atada al sillón, a la cama, a sus hijos, vive su vida en sus hijos, hace con ellos lo que tanto quiso, encierro y más encierro. No tengo palabras que puedan describirla, solo puedo decir que es una mujer sin vida, sin opinión, otra más en el mundo de la religión.

La cuarta, la acompañante de toda mi vida, la mujer hermosa, la consentida, la perfecta imperfecta, la esposa, la hija, la nieta, la prima, la hermana, la madre, el centro de todo, alrededor de ella gira el universo, por ella todos están unidos, la sentimental, la alegre, aquella que no duda en mostrar sus lágrimas, la que derrama sus lágrimas por cualquiera, la que tanto ha sufrido, a la que tanto estimo, a la única que le puedo colocar una etiqueta, la que tanto tiempo me robo, la que me alegro, la que alguna vez me escucho o intento hacerlo, la que tanto me decepciono, a la que esperaría siempre, simplemente, mi acompañante de vida que hace algunos años decidió partir y dejarme sola, sola, sola.

La quinta, la que debería de ser la más importante, la que debería entenderlo, el centro de equilibrio del universo, palabras duras, vida destruida por el sueño y el deseo de querer y no querer, obligada a decirlo sin importar las consecuencias, decidida a hacer lo que quiere o eso dice, decidida a hacer sufrir sin querer, eso dice, decidida a soltar insultos sin querer, como ella misma lo dice, "haces que te trate mal por tratar mal a otros", sigue sin entender, ahora justificada por algo más, su afán de querer ser perfecta o decir que lo es, la solitaria que abandono todo, eso dice. Piensa en todo y en todos, ayuda a todos, ayuda a todos, excepto ....

La sexta, la que todo ignora, sin una definición exacta, de la que todos esperan todo, la guía, eso es lo que dicen, la que no se puede equivocar, sobre protegida, sin derecho a decir u opinar, silenciada por los días, deja sus lágrimas en la almohada, se pierde entre la multitud y pasa desapercibida, como siempre, silenciosa.

De la séptima no diré nada, aún es su vida muy corta como para poder decir algo sobre ella.

Paso una hora, el recorrido fue largo, pero no existió ningún tipo de conversación, todo en completo silencio, solo se escuchaba el sonido de la radio, ni el pasado fue recordado.

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