domingo, 28 de agosto de 2011

Es el viento el que entra a través de la puerta
resopla incesante, mueve las cortinas verdes que están al otro lado de la silenciosa habitación
en medio del estremecedor sonido de los truenos y la oscuridad de la tarde se escuchan mis pensamientos
el frío envuelve la atmósfera en el vacío del día, nadie alrededor.

Una vez más la botella de vino tinto sobre la mesa
el lápiz colocado sobre la blancura enceguecedora de la hoja, sin una sola letra, sin una sola palabra
simplemente porque me he quedado sin palabras una vez más
a la espera,
esperando que una a una regresen
esperando que una a una se ordenen nuevamente
los trazos inexistentes
esos dibujados en el cielo carente de estrellas
esperando que esos trazos también sean dibujados, que llenen cada espacio vacío existente.

Caída la noche, he caminado hacia la nada sin tan siquiera estar acompañada de mi sombra
los grandes árboles varados alrededor
disfruto de esta noche tranquila, sin luz, solo con algunos faros iluminando algunos espacios
las sombras de las copas de los árboles trazan un nuevo camino a seguir
en medio de la negrura de la noche las hojas de las árboles se agitan, algunas se dejan caer
esperaba tu compañía,
aunque parece imposible, no he visto ni una sola vez al cielo
no vi a las estrellas, me dedique a buscarte, veía hacia un lado y hacia el otro
buscándote
esperando que aparecieras y caminarás junto a mí.

No apareciste, solo fue la vaga ilusión de mis días, de mis noches
solo fue una vez más una suposición
una vez más fue el deseo
el deseo de tenerte cerca
el deseo de verte
el deseo de hablarte
el deseo de besarte
el deseo de abrazarte
el deseo de que estuvieras junto a mi y jamás,
jamás te alejaras
que te quedarás junto a mí para siempre o al menos por esta noche.

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